"Deteneos y reconoced que yo soy Dios,
Más alto que los pueblos, más alto que la tierra.
El Señor del universo está con nosotros,
nuestro alcázar es el Dios de Jacob." (Sal 45.11-12)
Dios nos pide
que nos detengamos; no nos lo impone. Quiere que
ante Él nos detengamos y permanezcamos libremente, por elección, es decir, con
amor. No nos impide como la policía que detiene a un delincuente fugitivo.
Quiere que nos detengamos como nos detenemos frente a nuestro ser querido, o
como nos detenemos frente a la tierna belleza de un bebé dormido, o un
atardecer o una obra de arte que nos llenan de maravilla y silencio. Dios nos
pide que nos detengamos para reconocer que su presencia para nosotros llena
todo el universo, es lo más importante en la vida, que nada puede superar.
Detenerse ante Dios significa reconocer que su presencia llena el instante y por lo tanto satisface plenamente nuestro corazón, en cualquier circunstancia y condición en que nos encontremos…
El verdadero peligro que se cierne sobre la vida no es la amenaza de muerte, sino la posibilidad de vivir sin sentido, de vivir sin tender hacia una plenitud mayor que la vida y una salvación mayor que la salud.
Fr. Mauro-Giuseppe Lepori OCist
Enlace a una charla del mismo autor sobre "La llamada del silencio"
