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Santa Teresa de Jesús: “Toda mi ansia era, y aún es que, pues tiene tantos enemigos y tan pocos amigos, que ésos fuesen buenos. Que todas ocupadas en oración ayudásemos en lo que pudiésemos a este Señor mío, que tan apretado lo traen...” (Camino de perfección 1,2). “Solo le dejaron en sus trabajos. No le dejemos nosotros.” (Vida 22,10)
San Juan de la Cruz: “Es más precioso delante de Dios y del alma un poquito de este puro amor y más provecho hace a la Iglesia, aunque parece que no hace nada, que todas esas otras obras juntas.” (Cántico Espiritual 29,2)
Santa Teresa de Lisieux:“Jesús siente por nosotras un amor tan incomprensible, que quiere que tengamos parte con él en la salvación de las almas.” (Carta 15-8-1892). “Su rostro estaba escondido y nadie le reconocía... Que al menos en mi corazón sí que pueda reposar su cabeza querida y sentir que allí es conocido y comprendido...” (Carta 19-10-1892).
Beata Isabel de la Trinidad: “Ser esposa de Cristo es vivir con... siempre con... Es descansar de todo con Él y permitirle descansar de todo en nuestra alma... Es, teniendo siempre fija en Él la mirada, sorprender el menor signo y el más pequeño deseo; es entrar en todas sus alegrías, compartir todos sus dolores. Es ser fecunda, corredentora, dar a luz almas a la gracia.” (Nota íntima, 1902).
Santa Teresa de los Andes: “Dios está sediento del amor de sus criaturas. Él mismo es nuestro mendigo. Démonos a Él. No seamos mezquinos porque Dios es todo bondad y generosidad para con nosotros. Créeme que siento mi alma deshecha de gratitud y amor” (Carta 16-05-1919. Y agosto 1919)
Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein): Tú sufriste en silencio. Una paz profunda nos mira desde esta faz y nos dice: “Todo está cumplido”. Al que Tú te unes para siempre, padece tu sufrimiento contigo y sufre como Tú, oculto, en silencio y profundamente en paz. (Poesía La Santa Faz).