cristo coro

cristo coro

martes, 8 de diciembre de 2015

SAN JUAN DE LA CRUZ: AMAR CON EL AMOR RECIBIDO DE DIOS

Hay, para Juan, dos cosas muy claras sobre el amor. Las vemos ahora. La primera es que el amor es algo que Dios hace; es una actividad de Dios.
Esto es algo importante para Juan cuando en sus últimos días se le pidió lo imposible a su amor. Frente a la campaña de difamación lanzada por sus hermanos de hábito y frente a la animosidad de sus superiores cuando la enfermedad le inmovilizaba, Juan supo mantenerse tranquilo y supo perdonar. Vale la pena repetir su carta: vemos que estaba convencido de que el amor con que amaba era un amor recibido de Dios.
“Ame mucho a los que la contradicen y no la aman, porque en eso se engendra amor en el pecho donde no le hay, como hace Dios con nosotros, que nos ama para que le amemos mediante el amor que nos tiene”  (Carta 33 a una monja carmelita, 1591).
El amor es la actividad de Dios: ‘nuestro’ amor es algo así como una cometa, suspendida en la brisa del amor de Dios por nosotros.
Esta actividad de Dios recibe el nombre de Espíritu Santo. El amor es ante todo el don de sí mismo penetrando en el alma. “La esperanza no falla, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que se nos ha dado”  (Rm 5,5)
Nuestro amor, sea a Dios sea a lo creado por Dios, es una consecuencia de ese derramamiento… El don del Espíritu crea en mí la capacidad de recibir el don. El amor es actividad divina.
Así tiene que ser si produce lo que dice Juan: es ‘por amor’ que la persona ‘se une a Dios’. Si Dios está muy por encima de nosotros, está claro que sólo Dios puede unirnos a él. Solamente cuando Dios se derrama en nosotros es posible nuestra colaboración a la unión. Esto es: amar es nuestro ‘sí’, recibido del Espíritu, al Dios que se nos da.

(Iain MATHEW, El impacto de Dios. Claves para una lectura actual de san Juan de la Cruz, ed. Monte Carmelo, pp. 175-176)