Si Dios es la verdad de la que depende cualquier otra verdad, esto significa que todo está, de algún modo, contenido en Dios, la verdad del bien como la verdad del pecado y del mal. Teresa reconoce toda la tensión de esta situación y se pregunta cómo puede encontrar sitio en la santidad de Dios la iniquidad del hombre, cómo puede haber bajo la luz de su esplendor, la oscuridad de una historia de pecado. Es un misterio de amor y de misericordia, ante el cual el hombre solo puede corresponder con una profunda humildad. Por eso la síntesis de la vida espiritual para Teresa es: “Andar un alma en verdad delante de la misma Verdad”. Se realiza así como una comunión en la verdad: la Verdad del Bien que se da sin medida ni límite y la verdad de la pobreza que acoge humildemente el don. Aquí está la paz verdadera: descubrir que Dios y hombre están cercanísimos, uno frente al otro y que todo lo que uno hace se refleja en el otro, y viceversa. No hay nada más consolador pero tampoco más exigente para una criatura: saber que está cogida hasta el fondo en una relación con su Creador que la contiene por completo. Es inútil buscar nuestra verdad en otro lado: está aquí, frente a nosotros, en Dios, Señor nuestro, hermano nuestro, amigo, esposo, compañero.
P. Saverio Cannistrà, ocd, Rev. El Carmelo.
(Se refiere a los escritos de Santa teresa de Jesús: 6 Moradas 10 y Vida 40) ,
