cristo coro

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miércoles, 4 de mayo de 2016

En la Ascensión del Señor, pura misericordia



Jesús entra junto al Padre en su humanidad y derrama el don vivificante del Espíritu. Este momento inaugura una relación totalmente nueva. Lejos de desaparecer, comienza a hacerse presente y a venir. 
No se ha ido para descansar de su tarea redentora: su trabajo está, de ahora en adelante, junto al Padre, y de este modo, Él está mucho más cerca de nosotros, “cercanísimo a nosotros”.
Jesús está junto al Padre, pero a partir de la Hora, de su Cruz y de su Resurrección, Jesús y los hombres no son más que uno: se ha hecho hijo del hombre para que lleguemos a ser hijos de Dios. Él es la Cabeza y atrae a su Cuerpo hacia el Padre vivificándolo con su Espíritu Santo.
En el seno de la Trinidad Santa, Cristo es a cada instante Siervo de su Cuerpo y del más pequeño entre sus hermanos: le llama, le alimenta, le cura y le hace crecer, le perdona y le transforma, le libera y le deifica, le revela que es amado por el Padre y se une a él cada vez más hasta que llegue a su madurez en el Reino: “Aquí estamos yo y los hijos que Dios me dio”.
Jean Corbon, Liturgie de source.