Hay anhelos de nuestro corazón que se despiertan al roce de palabras que vibran y hacen resonar su eco dentro de nosotros...
Compartimos estas palabras de una Carmelita Descalza, Cristina Kaufmann, que sintetizan lo sustancial de la experiencia de trato con Dios de Teresa de Jesús:
"JESÚS, el amor del que dependen todos los amores. Esto es lo primero que veo y lo que se expresa en su nombre: 'Teresa de Jesús'.
Lo concreto de su amor, de su fe, de su alegría de vivir, le viene de Jesús en la Escritura por la Iglesia. La Santa explica en varios lugares de sus escritos encuentros con Jesús, ya sea en la “oración interior” en forma de búsqueda, de clamor desde la hondura de su miseria (cf V 9,1), o en forma de irrupción extática en la que todo le es dado de sorpresa y sin mesura (cf V 38,17), o también por el camino de las mediaciones exteriores. El mismo hecho de escribir es una y otra vez para ella ocasión de encuentros inmediatos con “Su Majestad”, con el “amigo verdadero”, con “el Esposo”. Jesús es su centro, su vida. Jesús se hace de Teresa, es decir, ella le reconoce como Aquel que siempre está con ella, que es y está para ella.
Vive esta relación como núcleo de toda su existencia y nos enseña valorar como secundario todo lo demás. Las circunstancias de su vida, su ser monja, fundadora, escritora, maestra y madre, no dejan de ser consecuencias, o campos donde fructifica este amor; nunca están en el primer plano. Siempre es el mismo amor, el mismo Señor, el mismo Dios y la pobreza y el gozo de la respuesta de Teresa lo que forma la trama de su existir a lo largo de los años. La Santa experimenta de manera carismática y profética para su familia carmelitana el amor único: a Dios y al prójimo.
Al decir que la Santa ama a Jesús, siempre hay que entender que ama con El todo lo que Jesús ama. Es este único amor el que la hace encontrar la forma de amar al prójimo, a la Iglesia y a la humanidad en su momento histórico. No se encierra por razón de su íntima relación con Jesús, como quien se sustrae de la batalla para poderse dedicar con calma y sosiego al cultivo de sus fantasías religiosas. “Aquí, hijas, se ha de ver el amor, que no a los rincones, sino en mitad de las ocasiones.”(F 5,15) Desde los primeros acontecimientos místicos en su vida de monja, ella comprende que el camino será el mismo que anduvo Cristo: camino de entrega de la vida por los hermanos por amor al Padre. La forma que dio a su obra o la manera de hacer participar en su carisma, fue la fundación del monasterio de San José al que le siguen luego otras fundaciones y las primeras casas de los frailes carmelitas descalzos. La respuesta a los torrentes de amor que le inundan el corazón es consentir en vivir abrasada en el fuego de la amistad con este divino Amador. Y la amistad llama a la intimidad, al compartir entre los dos amigos, a tener por propios los asuntos del amigo, vivir para lo mismo, desvivirse por lo mismo."
Cristina Kaufmann, ocd