Nuestro
portal no tiene las mejores condiciones, seguramente no le ha dado tiempo a San
José a dejar todo como le hubiera gustado; todo es improvisado, y seguramente
habrá telarañas; no se les ocurre que haya que sacar fuera del establo a los
animales que ahí moran, el burrito, o la mula, o el buey, o cualquier otro
inquilino que se haya refugiado allí a última hora, como ellos. No hay en este
lugar un orden perfecto, ni está tan limpio, no es la casa que María habría
soñado para recibir al hijo de sus entrañas, no representa lo que José hubiera
podido hacer si le hubieran dado tiempo.
En la
inquietud e incertidumbre del momento inminente, los corazones sí están
totalmente disponibles para acoger con amor indecible y humilde, al Amor más
grande y más necesitado de amor.
Nuestra
comunidad, nuestro portal no es perfecto, afortunadamente no estamos
suficientemente preparados, ni seguros, ni nos ha quedado el Adviento tan a
nuestro gusto, pero ahora recibimos, con los pastores, la invitación
improvisada, ya no hay tiempo para el yo, que viene llorando y riendo el Tú que
trae desnudo, en su debilidad, nuestros mejores sueños y proyectos, el mejor
programa de futuro, para este año y para todos los días de nuestra vida, en el
corazón de nuestra miseria, nuestras grietas, heridas, pobrezas, malestares,
noches, depresiones y sinsabores. Hoy Dios mismo, haciéndose herida, en
silencio de amor, se abraza con nosotros en un sí para siempre, y nos pide
permiso para amarnos y para dejarnos amar, nos regala sin condiciones la única
medicina de todos nuestros males.
P. M. Márquez ocd