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08 mayo 2025

El encuentro personal con Cristo convierte a Teresa en una persona nueva

Este tiempo pascual es muy propicio para re-cordar que Jesús Resucitado VIVE con nosotros.
La experiencia de Teresa nos ayuda a despertar a esta preciosa realidad a la que la fe nos abre: nuestros ojos no le ven, pero Él está, humanísimo, atento, delicado... Teresa habla del "particular cuidado que Dios tiene de comunicarse con nosotros y andarnos rogando que nos estemos con Él"  (7M 3,9).
Este texto del P. Saverio Cannistrà OCD nos acerca a la experiencia de Teresa e ilumina la nuestra.

05 mayo 2025

Ser un canto a la misericordia de Dios

 


Hay anhelos de nuestro corazón que se despiertan al roce de palabras que vibran y hacen resonar su eco dentro de nosotros... 
Compartimos estas palabras de una Carmelita Descalza, Cristina Kaufmann, que sintetizan lo sustancial de la experiencia de trato con Dios de Teresa de Jesús:

"JESÚS, el amor del que dependen todos los amores. Esto es lo primero que veo y lo que se expresa en su nombre: 'Teresa de Jesús'. 
Lo concreto de su amor, de su fe, de su alegría de vivir, le viene de Jesús en la Escritura por la Iglesia. La Santa explica en varios lugares de sus escritos encuentros con Jesús, ya sea en la “oración interior” en forma de búsqueda, de clamor desde la hondura de su miseria (cf V 9,1), o en forma de irrupción extática en la que todo le es dado de sorpresa y sin mesura (cf V 38,17), o también por el camino de las mediaciones exteriores. El mismo hecho de escribir es una y otra vez para ella ocasión de encuentros inmediatos con “Su Majestad”, con el “amigo verdadero”, con “el Esposo”. Jesús es su centro, su vida. Jesús se hace de Teresa, es decir, ella le reconoce como Aquel que siempre está con ella, que es y está para ella.  
Vive esta relación como núcleo de toda su existencia y nos enseña valorar como secundario todo lo demás. Las circunstancias de su vida, su ser monja, fundadora, escritora, maestra y madre, no dejan de ser consecuencias, o campos donde fructifica este amor; nunca están en el primer plano. Siempre es el mismo amor, el mismo Señor, el mismo Dios y la pobreza y el gozo de la respuesta de Teresa lo que forma la trama de su existir a lo largo de los años. La Santa experimenta de manera carismática y profética para su familia carmelitana el amor único: a Dios y al prójimo. 
Al decir que la Santa ama a Jesús, siempre hay que entender que ama con El todo lo que Jesús ama. Es este único amor el que la hace encontrar la forma de amar al prójimo, a la Iglesia y a la humanidad en su momento histórico. No se encierra por razón de su íntima relación con Jesús, como quien se sustrae de la batalla para poderse dedicar con calma y sosiego al cultivo de sus fantasías religiosas. “Aquí, hijas, se ha de ver el amor, que no a los rincones, sino en mitad de las ocasiones.”(F 5,15) Desde los primeros acontecimientos místicos en su vida de monja, ella comprende que el camino será el mismo que anduvo Cristo: camino de entrega de la vida por los hermanos por amor al Padre. La forma que dio a su obra o la manera de hacer participar en su carisma, fue la fundación del monasterio de San José al que le siguen luego otras fundaciones y las primeras casas de los frailes carmelitas descalzos. La respuesta a los torrentes de amor que le inundan el corazón es consentir en vivir abrasada en el fuego de la amistad con este divino Amador. Y la amistad llama a la intimidad, al compartir entre los dos amigos, a tener por propios los asuntos del amigo, vivir para lo mismo, desvivirse por lo mismo."
Cristina Kaufmann, ocd

19 abril 2025

Deteneos

 En el Salmo 45, Dios nos invita a detenernos y reconocer su presencia entre nosotros:

"Deteneos y reconoced que yo soy Dios,

Más alto que los pueblos, más alto que la tierra.

El Señor del universo está con nosotros,

nuestro alcázar es el Dios de Jacob." (Sal 45.11-12)

Dios nos pide que nos detengamos; no nos lo impone. Quiere que ante Él nos detengamos y permanezcamos libremente, por elección, es decir, con amor. No nos impide como la policía que detiene a un delincuente fugitivo. Quiere que nos detengamos como nos detenemos frente a nuestro ser querido, o como nos detenemos frente a la tierna belleza de un bebé dormido, o un atardecer o una obra de arte que nos llenan de maravilla y silencio. Dios nos pide que nos detengamos para reconocer que su presencia para nosotros llena todo el universo, es lo más importante en la vida, que nada puede superar.

Detenerse ante Dios significa reconocer que su presencia llena el instante y por lo tanto satisface plenamente nuestro corazón, en cualquier circunstancia y condición en que nos encontremos

El verdadero peligro que se cierne sobre la vida no es la amenaza de muerte, sino la posibilidad de vivir sin sentido, de vivir sin tender hacia una plenitud mayor que la vida y una salvación mayor que la salud.


Fr. Mauro-Giuseppe Lepori OCist

Enlace a una charla del mismo autor sobre "La llamada del silencio"


13 abril 2025

Toma de hábito de Hna. Estrella de María

El pasado 25 de enero, nuestra hermana Estrella de María vistió el hábito de Carmelita Descalza. Fue una celebración sencilla y profunda. Nos gustó mucho la homilía que predicó el P. Amando Cantó, OCD. Estas son las palabras que Hna. Estrella pronunció en el momento de la Acción de Gracias. Al final está el enlace para acceder al vídeo de la celebración. 

"¡Qué grande eres Señor!

¡Solo Tú sabes cómo hacer nuevas todas las cosas!

Te damos gracias por quedarte con nosotros y permitirnos recibirte en cada Eucaristía. Gracias Señor, por dejarnos la Iglesia; gracias por dejarnos a María, tu Madre, como nuestra Madre y gracias porque a través del Espíritu Santo sigues llamando a la conversión del corazón a todos tus hijos, suscitando múltiples y variadas vocaciones en los jóvenes… y no tan jóvenes.

Todo esto que acabo de decir resume gran parte de mi vida:

¡Qué grande eres Señor! Fui bautizada y educada en la religión católica y tuve fe, hasta que la perdí en algún momento durante mi juventud. Yo era de las que decía: “¡La Biblia, no se la cree ni quien la escribió!” /// Y de repente, un día, en Abril 2021, tras un suceso, recupero la fe. Y entonces te das cuenta de lo pequeña que eres, tú y tus plantes de vida y lo grande que es el Creador, quien los desbarata todos y te presenta un plan mejor, el plan perfecto para tu alma.

¡Solo Tú sabes cómo hacer nuevas todas las cosas! ¡Y tan nuevas!

Yo vivía en el mundo, tratando de ser feliz, como todos, haciendo lo que me parecía estaba bien, en un estado máximo de autosuficiencia, independencia (no necesitaba de nadie) y auto determinismo. Tenía familia, amigos, salud, iba a toda clase de eventos, me apuntaba a todos los viajes que podía, … estaba llena de cosas, pero vacía de amor. Mi alma tenía sed de Dios, sed de la verdad verdadera y al dejar de creer en la Iglesia y en el Dios de Jesucristo, busqué apagar esa sed espiritual al encontrarme con la Nueva Era…

…hasta que vino la Virgen, me llevó a Jesús y perdidamente enamorada de Él, comencé a perseguirlo (Jesús, llévame a dónde Tú vayas, solo quiero estar contigo) y siguiéndolo, unas veces, por verdes campos y otras por pedregosas y escarpadas montañas llegué hasta aquí, ¡Su mejor plan para mí!... ¡Y me siento plena y dichosa con Su plan!

Queremos dar las gracias a todos y cada uno de ustedes por haber venido a compartir nuestra alegría por la entrada al noviciado de esta alma, aquí presente.

Gracias a todas las personas: conocidos, amigos, vecinos, compañeros, hermanos en la fe que me han estado apoyando y elevando oraciones al Señor y a la Virgen por esta vocación. A mi gente de Gran Canaria y a los de mi nueva casa de Villar. Dios me ha bendecido con dos diócesis las cuáles llevo en mi corazón.

Gracias a todos los sacerdotes, religioses y religiosas y seminaristas que me han asistido de alguna u otra forma desde que comencé este proceso de discernimiento. Y muy especialmente, de ambas diócesis, a mis párrocos, capellanes, confesores y a mis dos directores espirituales. ¡Bendita paciencia que han tenido conmigo!

Gracias a mis Hermanas Carmelitas, por abrirme las puertas de su casa para hacer la experiencia, por todo lo que me han enseñado, por todo lo que hemos compartido y muy especialmente por su testimonio de vida.

Finalmente, infinitas gracias a toda mi familia: a mis padres y abuelos, ellos fueron los que me introdujeron, por el bautismo, en la Iglesia Católica y los que me dieron originalmente la fe. Mi familia a pesar de no comprender esta llamada y con la tristeza de verme marchar, me siguen apoyando. Sé el sacrificio que están haciendo y quiero decirles que Dios también lo ve y que no las dejará sin consuelo. Hoy tenemos una pequeña representación: mi hna. Mirta y una muy querida amiga de la familia, Delia. ¡Gracias por venir!

¡Gracias María, Virgen del Pino, Madre del Carmelo y Reina de la Paz, por cuidar de todos tus hijos e interceder por nosotros ante tu Santísimo y Amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo! María, Madre del Carmelo, ¡enséñame a llevar con dignidad tu hábito!

¡Que Dios y la Virgen los bendiga a todos! Muchas gracias".

(25 de enero de 2025)

Enlace para ver la celebración


12 noviembre 2018

Entregarme a Dios me libera

Son testimonio de esto...

 ¿Qué es la libertad? No es actuar según nuestros caprichos, sin freno alguno, sino permitir que lo mejor, lo más hermoso y más profundo de mí pueda emerger libremente y no verse ahogado por cosas más superficiales: temores, apegamientos egoístas, falsedades, etc. Si me someto a Dios, esta sumisión va exactamente a «decaparme» de toda una costra que paraliza, para dar paso a lo que hay de auténtico en mí.
Indudablemente, si me someto a la voluntad de Dios, una parte de mí mismo se va a oponer. Ésa es, precisamente, la parte negativa que me condiciona y me limita y de la que me voy a liberar progresivamente. En cambio, la voluntad de Dios no se opone jamás a lo que hay en mí de bueno: la aspiración a la verdad, a la vida, a la felicidad, a la plenitud del amor, etc. La sumisión a Dios poda cosas en mí, pero nunca ahoga lo mejor de mí mismo: las profundas aspiraciones positivas que me habitan. Al contrario, las despierta, las fortalece, las orienta y las libera de los obstáculos a su realización.
Esto está confirmado por la experiencia: el que camina con el Señor y se deja conducir por Él, experimenta progresivamente un sentimiento de libertad; su corazón no se reduce, no se ahoga, sino, al contrario, se dilata y «respira» continuamente más. Dios es el amor infinito, y en Él no hay nada de estrecho ni reducido, sino que todo es ancho y amplio. El alma que camina con Dios se siente libre, siente que no tiene nada que temer, sin que, al contrario, todo le está sometido porque todo concurre a su bien, las circunstancias favorables como las desfavorables, el bien como el mal. Siente que todo le pertenece porque es hija de Dios, que nada puede limitarla porque Dios le pertenece. No está condicionada por nada, sino que hace todo lo que quiere, porque lo que quiere es amar, y eso está siempre en su poder. Nada puede separarla de Dios al que ama, y siente que si estuviera en prisión sería también feliz, porque de todos modos ninguna fuerza del mundo puede arrebatarle a Dios.
(Jacques Philippe)

03 octubre 2018

El que eres delante de Dios


Muchos poetas no son poetas por la misma razón que muchos religiosos no son santos: nunca consiguen ser ellos mismos. Nunca llegan a ser el particular poeta o el particular monje que Dios quiso que fueran. Nunca llegan a ser el hombre o el artista que piden todas las circunstancias de su vida individual.
Pierden los años esforzándose en vano por ser otro poeta, otro santo. Por muchas razones absurdas, se convencen de que están obligados a convertirse en otra persona que murió doscientos años antes y vivió en circunstancias totalmente ajenas a las suyas. 
En los grandes santos se encuentra la coincidencia entre perfecta humildad y perfecta integridad. Resulta que ambas cosas son prácticamente lo mismo. El santo es distinto de todos los demás, precisamente porque es humilde. La humildad consiste precisamente en ser la persona que somos realmente ante Dios; y como no hay dos personas iguales, quien tiene la humildad de ser él mismo no será como ninguna otra persona en todo el universo. Pero esta individualidad no se afirmará necesariamente en la superficie de la vida diaria. No será una cuestión de meras apariencias, opiniones, gustos o modos de hacer las cosas, sino que se encuentra en lo profundo del alma.
No eres humilde si insistes en ser alguien que no eres. Lo cual equivale a decir que sabes mejor que Dios quién eres y quién debes ser.  ¿Cómo esperas llegar al final de tu viaje si tomas el camino que conduce a la ciudad de otra persona? ¿Cómo esperas alcanzar tu perfección si llevas la vida de otra persona? Su santidad nunca será la tuya; debes tener humildad para trabajar por tu salvación en una oscuridad en la que estas absolutamente solo...  Y has de tener, por tanto, una humildad heroica para ser tú mismo y no ser nada sino la persona (o el artista) que Dios quiso que fueras. 
(T. Merton. Nuevas semillas de contemplación)

22 mayo 2018

El icono dañado: amar más allá de lo que salta a la vista


“Es imposible aportar nada a nadie sin buscar y ver en cada cual todo lo bonito que tiene, porque identificando lo malo, lo feo, lo torcido no se ayuda a nadie. Cristo miró a todos los que conoció, tanto a la prostituta como al ladrón, advirtiendo la belleza escondida en cada uno de ellos. Tal vez fuera belleza torcida o dañada, pero era belleza por donde se mirara, y lo que Él hizo fue llamarla a voces. Esto es lo que nos corresponde hacer con los demás. Pero, para ello, primero debemos ser puros de corazón, de intenciones y mostramos abiertos – cualidades que a menudo echamos en falta- para poder escuchar, mirar y ver tanta belleza encubierta. Cada cual está hecho a semejanza de Dios, y cada cual se parece a un icono dañado. Pero si se nos diera un icono dañado por el tiempo y los acontecimientos, o profanado por el odio de los hombres, lo trataríamos con el corazón quebrado, con ternura y reverencia. No prestaríamos atención al hecho de que esté dañado, sino a la tragedia de que lo esté. Daríamos importancia a lo que perdura de belleza, y no a lo que está destruido. Y así es como debemos actuar con los demás”. (Anthony Bloom)