Tengo una amiga. Su
deseo, su sueño, es tener el corazón unido, tener paz y saber mirar. Centrar la
vida. Curar la dispersión que la está rompiendo y cansando. Pero ¿dónde
descansar? ¿Cómo encontrar un lugar dentro de uno en el cual haya la suficiente
calma para poder mirar y ver los pequeños milagros que suceden incesantemente
ante una mirada rota y fatigada?
¿Habrá que romper el
hielo que recubre de dureza y frialdad un calor que se adivina más adentro, un
agua que quiere correr sin tanto dique, sin tanto recorte, sin tanto miedo?
Muchos guiños hay en
el evangelio invitándonos a romper el hielo que cubre nuestra fuente para
entrar ahí. Romper mi miedo a encontrar dentro eso que tanto anhelo y que nadie
de carne y hueso me regala, descubrir quién soy, cuál es mi nombre, cuál es mi
magia… Aunque necesitamos la mirada de Otro y de otros para descubrirnos. Eso
es verdad.
Tenemos que
reencontrar nuestra capacidad de desear ¿cuál es tu verdadero, tu auténtico
deseo? Y sólo encuentra su deseo el que vive en su historia y no envidia a
otros. Sólo puedes desear aquello que germina en tu jardín.
Algún día sucederá lo
que no esperas, si tienes fe y estás abierto a los milagros. Está en ti y viene
de Otro, que te guiña muchas veces un ojo en detalles insignificantes.
Miguel Márquez ocd, ¿Hacia dónde mirar?