Hay
testimonios (de santidad) que son útiles para estimularnos y motivarnos, pero
no para que tratemos de copiarlos, porque eso hasta podría alejarnos del camino
único y diferente que el Señor tiene para nosotros. Lo que interesa es que cada
creyente discierna su propio camino y saque a la luz lo mejor de sí, aquello
tan personal que Dios ha puesto en él y no que se desgaste intentando imitar
algo que no ha sido pensado para él.
Tú necesitas
concebir la totalidad de tu vida como una misión. Inténtalo escuchando a Dios en
la oración y reconociendo los signos que él te da. Pregúntale siempre al
Espíritu qué espera Jesús de ti en cada momento de tu existencia y en cada
opción que debas tomar, para discernir el lugar que eso ocupa en tu propia
misión. Y permítele que forje en ti ese misterio personal que refleje a
Jesucristo en el mundo de hoy.
Ojalá puedas
reconocer cuál es esa palabra, ese mensaje de Jesús que Dios quiere decir al
mundo con tu vida. Déjate transformar, déjate renovar por el Espíritu, para que
eso sea posible, y así tu preciosa misión no se malogrará. El Señor la cumplirá
también en medio de tus errores y malos momentos, con tal que no abandones el
camino del amor y estés siempre abierto a su acción sobrenatural que purifica e
ilumina.
(Papa Francisco, Gaudete
et Exultate 11.23.24)